
Pero el perro se resiste a dejar los presuntos huesos ricos que de la mesa caerán.
Es que al mantel ya lo han corrido y los platos marchan presos y en la lógica del perro que es la más rotunda del reino: vendrán sabrosos huesos desde ahora y hasta ya. Manuel no esta muy lógico con ese vino que le han traído los nietos y supone confundido que el perro lo molesta a él. Nadie lo ha ignorado tanto como lo hace hoy el animal, que solo en él repararía si fuese él señor un mechón de carne junto a un hueso que resbalara de la mesa.
Pero Manuel no ha de resbalar, bien sentado está en la cabecera de la mesa y flanqueado por sus amores que en el prisma del vaso son más amores cada vez.
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